El pasado 12 de mayo medio planeta sufrió una infección a gran escala de un ransomware llamado WannaCry, y en mayor o menor medida supongo que habrá hecho reflexionar a casi todos los que hacemos uso de ordenadores en nuestro día a día. Los hay del tipo «estábamos mejor sin ordenadores», o «ésto a nuestros abuelos no les pasaba». Quiero pensar que esos comentarios son cosa de pocos, y la mayoría estará pensando más en cómo detener este tipo de situaciones. Y mi opinión es tajante, aunque casi casi me parece imposible; dejemos de hacer que sea rentable.